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La Caballería del Aire |
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Uno de los elementos que se probó de mayor utilidad en la
campaña de Malvinas fue el helicóptero. Ambos ejércitos beligerantes
utilizaron de ellos en la medida de sus disponibilidades. Esas diferencias de
material fueron notorias en contra de los combatientes argentinos, que
debieron hacer uso de todos los
recursos disponibles para presentar batalla en las islas. El que sigue es el
testimonio de la acción de las unidades de la Aviación del Ejército en las más
variadas misiones.
Pocas veces una campaña haya necesitado tanto de la utilización de helicópteros como la de Malvinas, donde la falta de caminos y un terreno intransitable para vehículos terrestres, convirtió a esos aparatos en instrumentos indispensables para todo tipo de operaciones, desde la exploración hasta el transporte de tropas y abastecimientos.
E17 de abril el Batallón de Aviación de Combate 601 del Ejército emprendió su desplazamiento hacia el sur, desde donde cruzaría a las islas a bordo de buques de la Armada, de Hércules de la Fuerza Aérea y también en vuelo directo desde Río Gallegos. Para el 29 de ese mes se hallaban en Malvinas un total de diecinueve helicópteros que eran operados por tres jefes del Comando de Aviación de Ejército, uno del Batallón 601, treinta oficiales subalternos, cuarenta y nueve suboficiales mecánicos y catorce soldados; a estos se sumaban dos oficiales subalternos de la Compañía de Abastecimientos y Mantenimiento de Aeronaves 601, junto con ocho suboficiales mecánicos de aviación.
Desde el primer momento la actividad fue intensa, sobre todo en vuelos de reconocimiento de ,áreas o zonas de probable empleo para emplazamiento de unidades, artillería, etc., así como destrucción de radiobalizas que servían de guía para los Harrier de la Task Force británica.
Esto permitió a los pilotos familiarizarse con el
terreno, que luego deberían sobrevolar en pésimas condiciones climáticas que
al mismo tiempo servían de
protección
ante el incesante hostigamiento de la aviación enemiga.
Se disponía de cinco SA-330L Puma, de la Compañía de Asalto bimotor; nueve UH-1H Huey de la Compañía de Asalto monomotor; tres A- 109 RUNDO y dos Chinook.
El capitán Jorge Adolfo Svendsen señala que "la mayoría de los vuelos los cumplíamos en las últimas y primeras horas del día, ya que no teníamos visores para desplazamientos nocturnos que se realizaban a muy baja altura. Las PAC (Patrullas aéreas de combate) del enemigo, integradas por dos Harriers, sobrevolaban constantemente la isla y en un momento llegó a haber diez simultáneamente. Claro, operaban desde la flota que se encontraba a unas 100 millas al este del archipiélago".
"Durante toda la campaña fue evidente la superioridad
aérea táctica del adversario, que no estaba penalizado por la distancia y el
radio de acción de sus máquinas. Con todo, pese alas condiciones muy severas
del clima y del terreno, no tuvimos ni una pérdida por accidente. A esto
contribuyeron dos factores: el
excelente
mantenimiento de los aparatos y la pericia de los controladores de vuelo de la
Fuerza Aérea".
A lo largo de la campaña los helicópteros de Aviación de Ejército transportaron una 3.200 toneladas de carga en 10.11 horas de vuelo, incluyendo víveres, municiones, todo tipo de armamentos, combustible y lubricantes, documentación y correspondencia.
También por helicóptero se efectuó el desplazamiento de tropas a Puerto Howard, Darwin, Puerto Fox y otros muchos puntos de las islas.
Una de las misiones que permanece grabada en el recuerdo del capitán Svendsen fue la de recuperación de una sección de comandos --el 29 de mayo- en Big Mountain, a unos 50 kilómetros de Puerto Argentino. "Volamos -dice- con las últimas luces del día y cuando llegamos debimos esperar a los integrantes de la sección que habían creído que ya no llegábamos, por la oscuridad que reinaba.
En el vuelo de regreso decidí cortar camino y volar directamente sobre el monte Simon, el más alto de la isla Soledad. Al comenzar el descenso nos encontramos con un pozo de niebla y el piloto del otro helicóptero, el teniente Fernández, me pidió que encendiese las luces para poder volar en formación.
Cuando ya divisábamos las luces de Puerto Argentino
el teniente Fernández me gritó por la radio que me "tirase al piso", maniobra
que realicé tan bruscamente que casi perdimos la ametralladora MAG de nuestro
artillero. Por suerte pudimos aterrizar sin novedad, pero luego me entero de
que un helicóptero británico nos estaba
siguiendo y había comenzado a dispararnos con balas trazadoras."
El entonces cabo 1´ Luis Alberto Ahumada era el artillero de puerta en ese vuelo y relata que "desde hacia un rato venia sintiendo lo que parecía una falla de un rotor, 1o que me alarmó bastante. De pronto vi la trayectoria de la munición trazante del enemigo y de inmediato hicimos la maniobra de escape. Estábamos en condiciones de responder al fuego pero, como sobrevolábamos zona propia, temíamos una confusión de la defensa antiaérea. Además llevábamos mucha carga y no podíamos entrar en combate con otro helicóptero".
Durante las operaciones se perdieron veintiún aparatos, la mayoría por ataques de la aviación o artillería enemiga cuando se hallaban en el suelo.
"Uno de los días más tristes fue el 9 de mayo,
cuando fue derribado un helicóptero Puma que, desarmado, había volado en
búsqueda de sobrevivientes del pesquero Narwal, que había sido atacado por
Harriers en las cercanías de la
Isla de los Leones Marinos", dice el capitán Svendsen.
"El aparato partió hacia las 16 y nunca se tuvieron más noticias. Tiempo después los británicos anunciaron que habían derribado un helicóptero en esa zona. Perecieron el tte. 1´ Mario Fiorito ,el tte. 1´ piloto Juan Carlos Buschiazzo. y el sargento Raúl Horacio Dimotta".
El oficial no se extiende mucho más sobre el tema, pero como una sombra penden en la entrevista las jornadas de riesgo aceptadas voluntariamente. Los vuelos en pésimas condiciones de tiempo "peinando" los montes para evitar la detección dcl enemigo, la espada de Damocles de la aviación británica que cayó: -por ejemplo- sobre máquinas en Puerto Howard derribándolas aunque con un milagroso saldo de sólo heridos.
Están presentes también salvamentos "in extremis", como el del teniente de Navío José César Arca de la aviación naval, que se eyectó sobre el mar y pudo ser rescatado antes de que el frío mortal lo paralizase.
Y, naturalmente, habría que poner también en la cuenta
los traslados de heridos para que recibieran atención en Puerto Argentino o en
los buques hospital. En una palabra, los helicópteros fueron los “petisos de
los mandados”, aptos para
todo
servicio durante la campaña de Malvinas.
El Batallón de Aviación 601 fue la unidad del Ejército cuyo personal recibió la más alta proporción de condecoraciones por su actuación en la guerra.
Desde la medalla al Valor en Combate “post mortem” los tripulantes del Puma derribado cuando salió en búsqueda de supervivientes; o la de la Nación Argentina al Muerto en Combate, en los casos del teniente Marcos Fassio y el sargento Pedro Campos, en total recibieron esas distinciones un total de dieciseis oficiales y suboficiales, mientras que otros once, oficiales, suboficiales y soldados tuvieron mención especial por su desempeño..
Julio Limardo
LV-JCL
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