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Koneko: Pensaba subir este capítulo ayer Lunes, pero tuve problemas con el disco y tuve que volver a copiarlo y bueno... si ya se, son solo escusas...

Allí va el capítulo.

 

Una cita con un Senpai

Capítulo 10

 

El toldo de relucientes estrellas sobre ellos añadía magia a la noche. Era como si ésta noche hubiera sido hecha solo para ellos. Kaoru sonrió ante el pensamiento. Miró a Kenshin quien caminaba calladamente a su lado. Sus hombros rozaron suavemente entre ellos y ambos saltaron sorprendidos. Ella le sonrió tímidamente, "Así que, um. ¿Cuál era tu plan?" preguntó Kaoru.

"¿Mi plan?" preguntó Kenshin observándola por el rabillo del ojo.

"Ah-ha. Lo que quiero decir es que, parece que todos tenían planes ésta noche. ¿Cuál era el tuyo?" preguntó, sus ojos azules radiantes de curiosidad.

"Bien, supongo que debo empezar por el principio." Dijo Kenshin rascando su cabeza, le dio una tímida sonrisa y empezó a hablar.

Kaoru había estado tan metida y asombrada con la historia que no se dio cuenta de que habían llegado al dojo hasta que Kenshin abrió la puerta y ladeo la cabeza para mirarla burlonamente. Ella rió suavemente, sacudiendo la cabeza. "Quieres decir que Sano realmente te tiró una botella de sake?" preguntó tratando de esconder la risa placentera en su voz. Kenshin asintió y Kaoru rió fuertemente. "Apuesto a que dolió. Y no puedo creer que Sano gastara el sake." Se aclaró la garganta y atravesó la puerta mientras que Kenshin iba detrás de ella, asegurando las puertas cuando entró.

Ella lo observó y esperó hasta que él estuvo a su lado. Estaba pensando en que podría decir, porque aun habían muchas preguntas en su cabeza. Como porque él la había ignorado aquella tarde. ¿Acaso no se veía... bueno... linda como Sano había dicho? ¿Y porque había aceptado ir con Sano y Yahiko y seguir su plan? No podía encontrar el coraje para preguntárselo así que mantuvo la cabeza agachada y caminó hacia lo que parecía el oscuro y solitario dojo. Se sentía extrañamente fuera de lugar. Y eso le parecía totalmente ridículo.

 

 

 

El silencio se situó entre ellos y Kenshin estaba sin palabras. Ahora era el momento para decirle. Y aun así no podía convencerse para hacerlo. ¿Qué tal si de repente ella se reía de él?

'Eso es estúpido. ¿Por qué se reiría de ti?' una voz en su cabeza le rezongó. No sabía que estaba mal con él, pero de pronto se sentía vencido por el miedo. Había sido tanto el tiempo desde que esa emoción lo había embargado, pero aquí estaba parado al lado de una vulnerable chica atractiva, de quien estaba desesperada y locamente enamorado y estaba endemoniadamente asustado. Sus antiguas ansiedades reaparecieron. Tal vez sería mejor si tan solo se quedaran como hasta ahora. Ya era bastante complicado así.

'¿Así que, que son Kaoru y tu ahora exactamente?' la sabia voz de su cabeza preguntó. Definitivamente eran un poco cercanos para ser solo amigos. Y definitivamente él no quería quedarse como su amigo para siempre. Se ponían demasiado celosos consciente e inconscientemente si alguien del sexo opuesto se acercaba a más de 1* metro de distancia para decir que solo tenían una relación platónica. Y por Kami, él la había codiciado por ya algún tiempo. E incluso si se había estado negando eso a sí mismo por el último par de meses, era claro como el cielo que él la deseaba.

No solo estar con ella en todos los sentidos de la palabra, sino sentirla y ver el mundo a través de sus ojos. ¿Qué estaba mal en él de todos modos? Las conflictivas emociones que lo embargaban eran un resultado de años y años de culpa reprimida, cólera y miedo. Y por supuesto, no hay que mencionar en tener a Hiko como figura paterna.

Sintió los ojos de ella sobre él, así que volteó a verla. Ella había iluminado todo el dojo, y eso le hizo notar cuanto tiempo había estado parado allí. 'Genial. Ahora probablemente piensa que te has vuelto loco. ¡Te dije que no pararas mucho con Sano y Yahiko!' exclamó la voz en su cabeza y él pudo casi ver el par de feroces ojos amarillos girando irritados. Aunque deseara mucho el coraje de Battousai y su habilidad para concentrarse sin sobre pensar, y no la timidez del rurouni ahora, no podía lograr desatar al dragón en él. Al menos no ahora. Ya habría otro momento para que Battousai tuviera su tiempo con Kaoru.

Y el Battousai apareció brevemente, observando a Kaoru con sus intensos ojos amarillos.

"¿Kenshin?" su voz lo sacó de su estupor.

Tal vez ella solo quería a Kenshin. No a Battousai y no al Rurouni. Tal vez incluso a ambos.

"Hai. Estaba solo pensando Kaoru-dono." Dijo caminando hacia ella. Si tan solo tocara su mano sería más fácil decirle lo que sentía. En cambio se detuvo en la escalera a mirarla. Ella se había quitado los relucientes ganchos de su cabello y éste caía libre hasta casi su cintura. Se veía mucho más hermosa y eso lo estaba volviendo loco. ¿Cómo podía ser posible para alguien el verse más bonita que la última vez que él la había visto, lo que había sido el récord solo unos segundos atrás?

"Yo... hay algo mal Kenshin?" preguntó Kaoru sorprendida por la fuerza de su propia voz.

"Iie." Respondió Kenshin sacudiendo su cabeza. Los mechones rojo sangre escondieron sus ojos y su rostro.

"Solo... solo me cambiaré um... y tal vez podríamos tomar té." Dijo ella un poco sin aliento. 'Por favor di que sí... por favor di que sí..." repetía su mente.

Le tomó toda su fuerza de voluntad a Kaoru para no saltar y estrangularlo, luego besarlo y quizá estrangularlo un poco más cuando él declinó su ofrecimiento. "Oh. Está bien." Dijo, tratando de cubrir el dolor y cólera en su voz. "O... oyasumi nasai Kenshin." Dijo lentamente y se fue.

 

 

 

 

Esa era la segunda vez en el día que Kenshin la dejaba alejarse. Tenía tanto que decirle y tan poco coraje. Respiró hondo. "Mañana en la mañana. Le diré." Se dijo a sí mismo, sus ojos centellaron con el conocido brillo amarillo. Por ahora la iba a dejar descansar. Ha sido una muy larga noche para ella. Sería lo mejor para ellos hablar por la mañana.

Además, si le decía ahora, había una gran oportunidad de que no regresara a su propia habitación esta noche y él no quería que eso ocurriese. Sería demasiado pronto para los dos. Sabía que solo estaba postergando lo inevitable pero necesitaba el tiempo y por primera vez en su vida, tenía tiempo suficiente. Solo deseaba que ella tuviera el mismo tiempo también. No sabría que hacer si otro sujeto venía mañana y la invitaba a salir otra vez. No quería revivir ninguno de los incidentes de hoy. Otro fiasco como este y no estaría seguro de si Sano o Yahiko e incluso él mismo no terminarían en la clínica de Megumi. Suspirando, se retiró a su cuarto, al parecer evitando el de Kaoru. No iría ésta noche a chequearla como se había acostumbrado a hacer. Solo tendría que esperar hasta mañana.

Se preguntó fugazmente como la estarían pasando Sano y Yahiko bajo el cuidado de Megumi. Sonrió cariñosamente y sacudió la cabeza, no sabía quien tendría las manos ocupadas, ella o él. ¿Sano o Megumi?

 

 

 

 

 

"¡Ouch! ¿Realmente tenías que hacer eso?" preguntó Sano mientras Megumi ajustaba el vendaje que cubría su tobillo.

"No." Dijo Megumi secamente mientras se paraba.

"¿Entonces para que demonios fue eso bruja?" murmuró Sano, tocando gentilmente el apretado vendaje en su mascullado tobillo.

"¿Bruja? No lo creo. De cualquier manera, trátalo como karma." Dijo Megumi con una sonrisa, volteó a ver a Yahiko que dormía y chequeó su espalda. "Te lo digo Sagara, las cosas que haces eventualmente van a matarte." Dijo ella mientras acomodaba la colcha del joven hombre. El gruñó entre sueños y Megumi estaba segura que lo escuchó decir, "Mil uno, mil dos... ya verás Busu..."

'Extraño chico' pensó ella con curiosidad, 'Tengo que ver que es lo que le hace hacer Kaoru durante sus prácticas' dijo mientras ajustaba la colcha más fuertemente.

"No. No si puedo evitarlo." Respondió él orgullosamente, mirando hacia la dirección de ella. "¿Así que no vas a felicitarme por mi excelente plan?" le preguntó.

"¿Qué plan? ¿Aquel en el que terminaste dándole una tunda a la cabeza de Kenshin? ¿O aquel en el que caíste del árbol? No puedo decidir cual fue más brillante." Respondió llanamente mientras se paraba y recogía los vendajes sembrados a lo largo del piso.

Sano giró los ojos. "Kenshin lo merecía. Y no me caí de un árbol. La rama se rompió."

"Oh. Ya veo. Ahora tengo que decirle a Kaoru que no solo te falta un cerebro sino que también has perdido tu percepción de la realidad." Contestó Megumi, levantando la vista para sonreírle.

"Notas mi risa incontrolable?" preguntó Sano sarcásticamente, levantando sus cejas, balanceando su pierna sobre el futón tratando de pararse.

"No era una broma Sagara." Dijo Megumi volteando hacia él. "¿Qué estás haciendo? Vas a poner demasiada presión en tu pie si tratas de par--"

Muy tarde. Sano había tratado y fallado en pararse. Dejó escapar un grito de dolor mientras Megumi inmediatamente y trató de evitar que siguiera cayendo, en el proceso tropezaron con la mesa baja que cayó sobre la pierna de Sano y la mando a ella volando a los abiertos brazos de Sano.

"Oh, lindo trabajo." Dijo Sano apretando los dientes, tragándose un grito. El la había sujetado en el instante en que sintió el cuerpo de ella tocar el suyo. Miraba hacia abajo, a sus grandes y salvajes ojos. "¿Estás bien?" preguntó un poco preocupado.

"Bien." Se las arregló para decir Megumi. Podía sentir el movimiento del pecho de Sano. Trató de levantarse y suspiró fuertemente en sorpresa cuando Sano no la dejó moverse. Ella lo miró por un largo tiempo.

"¿No vas a disculparte primero?" preguntó Sano. Su voz baja y callada.

"¿Dis-disculparme?" preguntó ella, su voz casi imitando la de él. "¿Por qué en el mundo debería estar disculpándome yo?" preguntó, no haciendo ningún esfuerzo para alejarse, gustándole y realmente admitiendo a sí misma que disfrutaba el sentirse tan cerca de Sano.

"Por un montón de cosas Zorrita. Por bromear conmigo, por ignorarme..."

"¿Primero bromeo y luego te ignoro? ¿Cómo es eso posible Sano?" preguntó sabiendo y de alguna manera desconociendo que vendría después.

"Mi punto exactamente. Por no ser consistente... por volverme completamente loco..." respiró Sano a través del cabello de Megumi.

"¿Volviéndote loco? Entonces deberías ser tu quien se disculpase, porque esas son exactamente las cosas que tu me haces a mí." Se quejó ella, presionándose más contra él.

"¿Sou?" preguntó Sano levantando una ceja y sonriendo mientras Megumi asentía tímidamente. "Sumanu" dijo simplemente. "Tu turno." Murmuró.

"¿Eso es todo? No nombres sucios Sano? ¿Solo lo siento?" preguntó Megumi, esperando algunas escogidas palabras de Sano.

"¿Qué nunca creíste que podría ser un perfecto caballero?" replicó, moviendo el cabello de Megumi con su respiración.

Si ella se disculpaba significaría, en más de una forma, que de alguna manera ella había perdido. Que estaría admitiendo no sólo a sí misma, sino a todo el mundo, que Sano tenía algún pequeño poder sobre ella. Que ella estaba dispuesta a que la llamaran la mujer de Sano por el resto de su vida. ¿Estaba lista para eso? Y más importantemente, ¿quería eso? Sonrió hacia él y le dijo juguetonamente. "¿Caballero? No. Ni en mis más locos sueños pensé semejante cosa. Eres un rastrero egoísta, un señor apuestas..."

"Eso no sonó como ninguna disculpa que hubiera nunca escuchado o esperado. Puedes hacer algo mejor que eso Megumi."

Era la primera vez que él usaba su nombre y lo decía de esa manera. Con cariño, y a ella le gustó. Ella se detuvo. Él estaba en lo correcto. Ella podía hacer algo mejor que eso y sin ningún aviso, sin ningún pensamiento, se acercó más, separó sus labios y los rozó suavemente contra los de Sano.

Sano estaba completa y totalmente perdido. No estaba esperando que ella fuera realmente a besarlo. Sonriendo a través del beso, apretó su abrazo y trató de girar. Ella lo golpeó en el pecho y el gimió de dolor, riendo con ella al mismo tiempo.

"¡Ya pues, córtenla chicos! ¡Ya dejen de coquetear! Estoy tratando de dormir. Fastídiense en otro lugar." Gruñó Yahiko.

Ambos voltearon a ver a Yahiko aun en su lugar, con su espalda hacia ellos. "¡Che! Chiquillo estúpido. Siempre arruinando el momento." Murmuró Sano oscuramente.

"¿Podrías quitarte de encima mío ahora?" preguntó Megumi, un poco sin aliento.

Sano obedeció, jalándola hacia arriba junto con si mismo. Cayó en cuenta un poco tarde de que acababa de revelar su coartada.

Los ojos de Megumi se agrandaron en sorpresa, su cerebro debía estar un poco lento después de ese beso con Sano, pero ahora que tenía sus sentidos de vuelta se dio cuenta de que Sano había estado actuando. Él hubiera podido fácilmente levantarse. Ella le sonrió apretando los dientes. Él parecía no darse cuenta del hecho de que había dejado caer su cubierta. Pero Megumi no iba darle la oportunidad de escapar a su cólera. "Y una cosa más Sagara." Le dijo roncamente, batiendo las pestañas para él.

"¿Qué?" preguntó Sano bajando su cabeza para otro beso cuando sintió a Megumi parase sobre su pie lastimado. "¡Hiaaaauuu!" chilló.

"Eres un pésimo mentiroso." Dijo tomando a Sano por sorpresa y codeándolo rápidamente antes de alejarse, levantando la cabeza y riendo suavemente. "Un punto para mí." Añadió con un guiño, alejándose hacia su cuarto.

"¡Espera, Zorrita! ¡Hey... Zorrita! Espérame... auch... auch...." cojeó Sano siguiéndola y se detuvo abruptamente cuando Megumi cerró el shoji en su cara.

"¡Demonios!" murmuró quedamente y se dirigió de vuelta a su vacío futón. Recostándose de espalda miró al techo y deseó a Kenshin suerte.

 

 

 

 

 

Era ya media noche cuando Kenshin se levantó, maldiciéndose a sí mismo por su debilidad mientras se dirigía directamente al cuarto de Kaoru. Se lo había prometido, pero simplemente no podía dejar pasar esta noche sin ver si estaba a salvo. Caminó silenciosamente por el piso, como un gato salvaje acercándose a su presa. Se volvió una sombra otra vez y se detuvo frente al cuarto de ella. Tocó la delgada pared que lo separaba de ella y trató de sentir la familiar aura pacífica.

Sus ojos se abrieron de sorpresa y shock cuando no sintió nada. "¡Masaka!" murmuró para sí mismo. Como es que no estaba en su habitación. Él no había sentido a ningún intruso entrar y había estado despierto toda la noche pensando en ella.

Usando su velocidad, que había salvado y matado incontables vidas, insonoramente abrió la puerta, encontrando lo que ya sabía y temía descubrir.

El futón yacía en el centro del cuarto. La luz de la luna llena brillaba en esa exacta posición. Ella no estaba allí. Las sábanas estaban todas arrugadas y parecía que ella había dormido allí. ¿Pero donde podía estar? El miedo y cólera lenta pero seguramente creció en él. El frío presionada su columna, apretándolo conforme vagaba por la casa. El temor creció aun más cuando volteó una esquina, casi cubriendo la mitad de la casa y aun no la había encontrado.

'Ella puede estar en la cocina. Tal vez tuvo sed.' Se dirigió a la cocina y no encontró nada más que tinieblas. Y luego una terrible certeza llegó a él, el helado dedo que lo apretaba se transformó en una aguda espada que atravesaba su piel mientras que varias imágenes de Kaoru herida o raptada llenaban su mente. Pensó en pasados enemigos y cualquier motivación que ellos pudieran tener para querer algo de él. O en éste caso, alguien de él...

Silencioso como la misma muerte, Kenshin sujetó su sakabatou, preparándose a sí mismo para hallar lo peor. Se lanzó en el aire y controló su ataque. Cayó sobre el tatami, casi sin hacer ruido. Su respiración se detuvo cuando la imagen en frente de él bloqueó todos sus sentidos.

Kaoru estaba sentada en la parte frontal del pórtico. El brillo de la luna ensalzaba su perfil, haciéndola aparecer como en un sueño. Su trenza suelta dejaba varios cabellos volar en todas direcciones. Vestía una suave ropa que no dejaba casi nada a la imaginación y aún así, ella aun conseguía verse como una inocente niña. Ella estaba abrazando sus rodillas, apretándolas contra su pecho y su rostro se dirigía al cielo.

Rogándole a la luna que besase sus mejillas y sus suaves labios.

Él no podía atreverse a hacer ningún ruido. Molestarla sería un pecado, algo que él mismo no permitiría. Se sintió un poco culpable por estar aquí, por observarla y compartir este momento con ella. Quería empaparse en la tranquilidad que ella producía. Y no le sorprendía que ella pudiera traer ésta a él. Se sentía tan natural. Y él estaba feliz de que ella pudiera, porque él la necesitaba tanto como la necesitaba a ella.

Pero ella también se veía triste. Un punzante dolor lo atravesó y se preguntó si él era el causante de ese dolor. Quería reconfortarla, asegurarla, pero tenía miedo de que si hablaba, la imagen se dañaría y que él se encontraría a sí mismo sentado en el pórtico solo. Tal vez estaba soñando. Se sentía como en un trance.

Arrastrando su brazo, dejó ir la empuñadura de su sakabatou, se pellizcó a sí mismo y se estremeció cuando sus uñas se hundieron profundamente en su piel. Estaba parado allí, atontado, sin palabras y enamorándose aun más.

Se asustó cuando ella habló, fuerte y claro, como si supiera que él estaba allí.

"Me gustan los sueños del futuro más que la historia del pasado." Dijo ella, su cabeza levantada, sus labios moviéndose lentamente y luego se detuvo por una fracción de segundo y volteó hacia él, sus ojos azules mirándolo directamente y manteniendo su mirada. El no podía desviar la vista, incluso si sentía que ella estaba viendo su alma y luego estaba seguro que ella vería cuan opaco era él y ella lo notaría y voltearía sin reconocerlo.

Él dejó escapar un gran suspiro cuando ella le sonrió. Aun si creer si ella era capaz de ver a través de su oscuro espíritu, sus manos ensangrentadas, su cansado corazón. Su sonrisa se sentía increíblemente tibio y él no supo hasta ahora que uno se podía sentir de esa manera. Todo sobre ella era asombrosamente nuevo para él.

"¿No Kenshin?" preguntó tímidamente, suavemente.

"Hai, Kaoru-dono." Respondió, repentinamente en calma. Sabiendo que ella estaba sana y a salvo. Y viendo esa sonrisa. La sonrisa que el deseaba ver, que deseaba poseer.

 

 

 

Era suya de cualquier manera, no se necesitaban palabras para decirlo, pero Kaoru le había dado casi todo. El poder sobre ella, el poder para herirla y aun así ella estaba segura que él nunca haría tal cosa. Y la razón por la que él estaba reteniendo todas las emociones, que ella evidentemente podía ver en sus ojos, se volvió claro para ella.

Ella había pasado gran parte de la noche girando y volteando en su futón, tratando de entender a Kenshin. Y recordando escuchar una vez a su padre decir, que ningún hombre debería intentar nunca comprender a ninguna mujer; encontrando su situación irónica y pensando en como su padre amaría escuchar que un aparentemente inocente rurouni se las había arreglado para meterse en la piel de su hija y llevarla al borde de la locura.

Después de revivir el fiasco de hoy, ella había decidido que necesitaba un respiro e ir a fuera y relajarse. Allí, con la quietud de la noche había logrado organizar sus pensamientos y llegado a la conclusión de que quizá ella solo necesitaba decirle que ninguna preocupación podría nunca resolver su problema, que ellos tendían a sobre pensar algunas veces, y que todo lo que él necesitaba era confirmar lo que el corazón de Kaoru ya sabía; y ellos se volverían invencibles. Por que juntos, ella estaba segura que podrían vencer cualquier cosa.

Tal determinación brillaba en sus ojos que quiso deslizarse a la habitación de Kenshin y despertarlo, decirle lo que ella había descubierto y dejarle decidir. Era realmente una bendición que él hubiera ido hacia ella. Sonrió recordando que ella lo había sacado por completo de balance, que él falló en notar que ella lo había sentido también. Y le parecía que ella tenía el mismo poder sobre él.

Ella volteó y miró su expresión cambiar de incertidumbre y miedo a tranquilidad y una sonrisa segura. "¿Te sientas conmigo?" pregunto ella, ignorando las cabriolas que su estómago hacía.

Él asintió y sin muchos parpadeos ya estaba sentado a su lado. Estuvieron en silencio por un pequeño momento, disfrutando el viento frío templado, el cielo plateado sobre ellos y por supuesto la cercanía entre ambos. Por ahora era suficiente, pero vendría un tiempo para ellos en que sentarse sería algo a lo que acostumbrarían y que llevaría a cosas y momentos mucho más grandes, pero por ahora era suficiente.

Él habló primero y continuó con su abandonado relato. Le dijo casi todo. El shock de enterarse que ella estaba comprometida con Ichiro, asombrado hasta el punto que bloqueó su habilidad para pensar coherentemente y que ocasionó a aceptar ciegamente el plan de Sano y Yahiko. El modo en que se sintió cuando Ichiro se acercó a ella y estaba a punto de capturar sus labios.

Y finalmente, la barrera que él había construido, que ya lentamente había empezado a desmoronarse, se rompió en un instante. Como una represa reventando por mucho agua. No había necesidad de esa pared. No había necesidad de la distancia.

 

 

Ella se maravilló por cuan libremente él podía hablar con ella ahora y cuan relajado parecía. Estaba agradecida por ésta nueva cercanía. No más secretos entre ellos. Tal vez era la mejor manera de empezar cualquier relación que pudieran y fueran a tener en el futuro. Y ella escuchó, sonriéndole suavemente de cuando en cuando. Algunas veces descreyendo las palabras que le escuchaba decir.

Celoso, pero inseguro. Deseoso, pero demasiado asustado.

Ella tranquilizó sus temores sujetándolo de las manos, y luego fue su turno. Ella le dijo cuan molesta y frustrada estaba por su aparente falta de interés en ella o su dolorosamente tímido y distante trato. Él le aseguró dándole la más intensa mirada que ella nunca antes había recibido de él, que repentinamente sintió como si él la estuviera abriendo y estaba feliz y llena de excitación a la vez.

Compartieron toda la noche solo hablando de todo y nada. Y ella vio rasgos del rurouni en su templada forma, en el respetuoso sufijo, que ella juró lo haría dejar de usar de una manera u otra; y de Battousai también, con su fortaleza al sujetar sus manos, la intensidad de sus ojos, en las largas miradas.

Y ella entendió de pronto que las dos personas era una sola y la misma. Que eran Kenshin. A quien ella amaba y de quien ella nunca se rendiría. No importaba cuan increíblemente baka o denso pudiera ser.

Con el sonido del cacareo de un gallo en algún lugar de la vecindad, ambos notaron que el amanecer se acercaba y que el cielo azul de media noche había cambiado por la danza salvaje de gris, azul y negro con rasgos de rojo y anaranjado y amarillo, señalando gloriosamente el inicio de un nuevo día.

El volteó hacia ella y rompió a reír. Habían compartido toda la noche juntos y era algo que él nunca había experimentado antes. Rió, porque nunca había compartido algo como esto y le parecía apropiado que fuera con ella, ella que no se podía sentar quieta a discutir y hablar sobre asuntos y emociones, y él que había pasado casi la mitad de su vida actuando según sus decisiones en vez de pasar tanto tiempo en conversaciones. El rurouni era muy tímido y el Battousai muy impaciente. Era la cosa más innatural y aún así se sentía muy correcto. Y él podía sentir el cambio entre ellos, el cambio de balance o poder que de alguna manera los había juntado más. Sentía como si un gran peso lo hubiera dejado.

Ella se rió con él, fascinada por el sonido de algo que rara vez oía. Y descubrió otra resolución: que ella lo haría reír... cada vez que tuviera la oportunidad y no por sus estúpidas payasadas o su cocina, sino con algo que el atesorara... recuerdos, eso era lo que ella le daría. Recuerdos felices que valieran por aquellos oscuros tiempos, las cosas tristes que el mantenía cercanas a su corazón en este momentos. Ella las aliviaría con su risa y la suya.

Ella dijo sus buenas noches y rió cuando se dio cuenta de que el sol estaba a punto de salir. Así que lo saludó de nuevo, sus ojos azules reflejando el cielo sobre ellos. Limpios, nítidos, sin miedos... sin dudas.

Absolutamente perfectos.

"Ohayou Kaoru-dono." Respondió él riendo cuando ella se sonrojó. "Entremos y te prepararé tu baño ¿ne?" preguntó guiándola hacia adentro, las manos de Kaoru aun entrelazadas con las suyas.

"Hai." Asintió Kaoru, sonriéndole.

Kenshin le devolvió la sonrisa. Acababa de tener un momento '¡aha!' y en este momento en particular estaba planeando su propio plan para tener a Kaoru entre sus brazos.

Solo tendría que tratar con ambos Yahiko y Sano, Megumi y Tae. No quería que ninguno de ellos los interfiriera y espiara hoy día.

Porque hoy, él iba a invitar a Kaoru a una cita.

 

 

NT:

* En el texto original decía: "...opposite sex come within 3 feet away from..." Ahora el 'pie' mide 28cm aprox, lo que daría un resultado de 84 cm, pero como poner ese número me pareció algo extraño, decidí redondearlo a 1 metro. Espero que el cambio no los moleste.

 

 

Muchas gracias a todos los que me escribieron y dejaron sus reviews.

Pamela: Yo también adoro este fic, es que es taaan gracioso y romántico.

Kaoru-Hino: Aquí está el siguiente espero que te guste.

Muchas gracias a ti también Jo-chan!!! Ya viene el proximo capítulo de Por Siempre.

Gracias Asuka!!!!

Sobre la A&M, pues me gusta la pareja, pero no sé si traduciré fics de ellos (aunque hay muy buenos), es que me parece que hay mejores de K&K.

Ale y Cati muchas gracias por los reviews, yo también adoro a K&K (creo que ya todos lo sabes a estas alturas ¿no?)

Y gracias KATRIN!!!!! Muchas muchas gracias!!!!!

 

 

 

Bueno, no se olviden de presionar el botoncito azul allí abajo. Nada les cuesta dejar unas cuantas palabritas... va pueeees, no sean malitos!!!!

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